¿Pueden los gobiernos matar a las criptomonedas?
Algunos ven las criptomonedas como una amenaza al dinero fiat respaldado por los gobiernos. ¿Continuarán los Estados permitiendo que se intercambien criptomonedas legalmente, o sería de su interés detener el sistema y apagarlo si quisieran?
Entender verdaderamente las implicaciones de las criptomonedas requiere un replanteamiento total de cómo concebimos el sistema monetario. Para decirlo francamente, las criptomonedas son una idea revolucionaria.
Las criptodividas permiten que el dinero se cree, se envíe y se reciba con transparencia y eficiencia, sin el consentimiento de un banco, un gobierno, o cualquier otro tercero.
En palabras del escritor Victor Hugo, “nada es más poderoso que una idea a la que le ha llegado su momento”, y este parece ser el caso de las cripto.
En abril, Turquía se sumó a la lista de países que ha intentado prohibir el uso de criptomonedas para realizar pagos, alzando la pregunta de si los usuarios deberían preocuparse. Nigeria ha tomado una decisión similar, donde las instituciones financieras ya tienen prohibido manejar criptomonedas.
Imágenes espejo
Históricamente, el dinero ha ido unido a un bien, normalmente el oro, material que servía de base para determinar su valor.
Sin embargo, desde principios de 1970, las monedas fiat (monedas reguladas por gobiernos) como el dólar estadounidense han sido usadas como la principal forma de pago alrededor del mundo, aunque estas monedas ya no están enlazadas al valor del oro. Es decir, solo funcionan por la confianza puesta en las economías de los gobiernos que las emiten. Esta confianza está en duda en la actualidad, dado que hemos sido testigos de cambios históricos en la cantidad de nueva moneda que los gobiernos deciden imprimir.
En un sentido crucial, Bitcoin funciona como imagen espejo de las monedas fiat, una “cobertura contra la inflación”, como es descrito a menudo. Suele decirse que Bitcoin “no posee valor intrínseco”, pero eso no es enteramente cierto. Su valor se basa en la confianza de los usuarios en el poder de un algoritmo para traer la visión de futuro que ofrece Bitcoin: un mundo en el que exista una moneda que no pueda simplemente ser impresa, ya que la oferta de Bitcoin está fundamentalmente limitada por diseño.
Es la fe en esta simple idea la que ha llevado a Bitcoin hasta el momento actual, y hay poca razón para dudar de que esta confianza continuará solidificándose en el futuro. Este podría ser, y ha sido, un pensamiento aterrador para muchos gobiernos alrededor del mundo, ¿pero pueden realmente hacer algo al respecto?
O quizás más importante, ¿sería de su interés hacer algo si pudieran?
El precedente ha sido establecido
Durante el tiempo de vida de Bitcoin, varios países han tratado de prohibir el uso de las criptomonedas. Países como India, China, Tailandia y, más recientemente, Turquía y Nigeria, han visto en las criptomonedas una amenaza a sus monedas locales y o bien emitieron severas advertencias respecto a su uso o trataron de prohibirlas también.
Sin embargo, la mayoría de países que han intentado prohibir las criptomonedas han terminado llegando a la conclusión de que ilegalizarlas es la solución equivocada. Los gobiernos que empezaron con una reacción instintiva, han acabado revirtiendo sus observaciones, pasando a buscar un control regulatorio en su lugar.
Gobiernos e instituciones están empezando a entender el rol que Bitcoin tendrá en el futuro y los riesgos que puede conllevar para su economía la prohibición de las criptomonedas. Si las criptodivisas terminan realmente proporcionando los fundamentos para el sistema monetario del siglo XXI, no correrá buena suerte aquel país que se excluya a sí mismo.
En cualquier caso, anteriores ilegalizaciones no han funcionado siempre de la manera que esperaban los gobiernos. Esto suele deberse al fenómeno conocido como el ‘efecto Streisand’.
¿Alguna vez has escuchado la frase “la mala publicidad es buena publicidad”?
Prohibir algo a veces tiene el efecto totalmente contrario al buscado, produciendo un incremento en su uso. Esto se ha visto, por ejemplo, en Nigeria, donde el valor de Bitcoin ha crecido más que en el resto del mundo, ha aumentado la proporción de población que usa criptomonedas al 32%, más gente que en cualquier otro país y el volumen de transacciones P2P en el país ha subido un 27% desde entonces. Dile a la mayoría de la gente que no puede tener algo y ¿qué acaban queriendo? Exactamente aquello que acabas de decirles que no pueden tener.
No adoptar criptomonedas implica ser dejado atrás
A diferencia de las monedas respaldadas por gobiernos, Bitcoin no es restringido por las fronteras de ningún país. Prohibir verdaderamente Bitcoin necesitaría un acuerdo por parte de todos los gobiernos a nivel mundial y tal y como el analista Dan Held nos recuerda, los gobiernos alrededor del mundo no han sido capaces de coincidir unilateralmente en algo tan importante como en una política global contra el cambio climático, por lo tanto, ¿es realista que surja una política global frente a Bitcoin?
Las cripto ya han ganado
A lo largo de la última década, las criptomonedas han incrementado de forma estable su penetración en el mercado, entrando en los libros de cuentas de empresas que cotizan públicamente como Microstrategy o Tesla. Con compañías poderosas como Paypal realizando en la actualidad significativas inversiones en Bitcoin, las prohibiciones se han convertido en poco probables.
Cualquier ilegalización comportaría bases legales altamente cuestionables y oponentes formidables, sin mencionar el acabar con una ventaja competitiva sobre otros países que opten por no prohibir las criptomonedas y su potencial para atraer crecimiento con los brazos abiertos.
A medida que la adopción de cripto incrementa continuamente, se va haciendo exponencialmente más difícil para los gobiernos arrancarlas del sistema financiero. ¿Estamos ya en un punto de no retorno? Realmente así lo parece.
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